F. Emorotene-Tánger.
Bajo el título ‘La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección’ se ha publicado recientemente en lengua española por Albert Salas, un informe que analiza el impacto del desarrollo de la industria textil y de la confección en Tánger, sobre las duras condiciones de vida de las trabajadoras y de sus familias.
Una investigación llevada por la Campaña internacional ‘Ropa Limpia’ y coordinada por la ONG española 'Setem', en colaboración con la asociación Attawassol, analiza a partir de las vivencias de 118 trabajadoras del sector, las condiciones de vida y trabajo de las obreras que trabajan en talleres textiles de Tánger, algunos de ellos proveedores de grandes firmas de moda española.
La Campaña 'Ropa Limpia' es una red internacional de ONG, sindicatos y organizaciones de personas consumidoras, coordinada por Setem en España, que trabaja para mejorar las condiciones de las trabajadoras y los trabajadores de la industria global de la confección.
“En una fábrica de primera línea que esté produciendo directamente para empresas españolas… la jornada laboral media es de 9 horas diarias de lunes a viernes y 5 horas los sábados, con un salario alrededor de los 250 euros al mes (2.750 dirhams)”, explica el informe destacando así que “las horas extras son obligatorias y se prolonga la jornada hasta las 11 o 12 horas diarias, seis días a la semana”, “Estas horas no se suelen remunerar y los salarios no superan los 200 euros mensuales (2.200 dirhams)”.
Esta investigación revela también que “gran parte de la plantilla trabaja sin contrato y sin ningún tipo de protección social. En los talleres subcontratados, los salarios pueden situarse por debajo de los 100 euros mensuales (1.100 dirhams) y los contratos son inexistentes”.
Según las encuestas y a las entrevistas realizadas por la asociación marroquí Attawassol, entre agosto de 2010 y septiembre de 2011, un salario de entre 2000 y 2300 dírhams mensuales no permite en Tánger la supervivencia de una familia. Sólo un 22% de las encuestadas afirmaba que su hogar gozaba de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades. Un 32% decía tener dificultades, un 19% muchas dificultades y un 14% aseguraba no llegar a cubrirlas.
El salario mínimo garantizado en Marruecos está en 1.960 dirhams.
Analizando la parte patronal el informe destaca que “las autoridades laborales han consentido prácticas fraudulentas y de explotación con el pretexto de que, en industrias incipientes, mantener una postura inflexible y dura sólo puede provocar un éxodo de los inversores”, subrayando que en las zonas industriales de Tánger “es una práctica muy extendida que los patrones retengan a las personas trabajadoras las cotizaciones a la seguridad social de su salario sin abonarlas posteriormente a la autoridad correspondiente”. La trabajadora cree gozar de cierta protección ante una posible baja por enfermedad o una situación de desempleo, pero cuando intenta hacer valer sus derechos adquiridos se da cuenta que no figura en los listados de las oficinas de la seguridad social.
En una entrevista realizada por la misma ONG, en mayo de 2009 a una directiva de la Seguridad Social en Tánger se le planteó este problema y contestó que “es mejor ignorar estas situaciones, al fin y al cabo las personas tienen un trabajo y si empezamos a perseguir a las empresas que no cumplen buscarán otro país menos estricto”.
Por otra parte, la misma documentación apunta que en los últimos años la competencia de países asiáticos se está dejando notar. El crecimiento de China, India o Bangladesh como productores de artículos de confección afecta directamente a la industria marroquí, en especial desde el fin del período de transición (2005) de 10 años regulado por el Acuerdo de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los Textiles y el Vestido, que ha significado la desaparición de cuotas para los productos asiáticos (en especial chinos). Ya en el mismo 2005, las exportaciones chinas a la UE aumentaron un 41,5% y las de India en un 18%. Según el Banco Mundial (2006), las exportaciones marroquíes hacia la UE disminuyeron.
Según el presidente de la Asociación de Productores Textiles (Amith), Karim Tazi, el fin de las restricciones europeas a la confección asiática supuso en ese período el cierre del 10% de las empresas de textil y confección de Marruecos.
A la presión derivada de la competencia asiática hay que añadir las consecuencias de la crisis global. En los últimos años se han producido algunos cierres importantes que, además de dejar en la calle a unos cuantos miles de trabajadoras y trabajadores, han dado alas a rumores sobre los malos tiempos que se avecinan.
España es el cliente más importante de las exportaciones de ropa marroquíes desde 2006, año en el que su volumen alcanzó los 950 millones de euros. El 35% de las exportaciones de ropa de Marruecos de 2006 tenían como destino el Estado español. Las relaciones entre los mercados del textil y de la confección de ambos países son muy estrechas, puesto que España exporta a Marruecos tejido (el 70% de las exportaciones textiles en este sentido están compuestas por tejidos) mientras que importa prendas de vestir (López-Mancisor y Urcelay, 2007). Queda claro pues, que la transformación de los rollos de tela en prendas de ropa para muchas empresas españolas se reali za en Marruecos.
Las empresas españolas de moda más importantes tienen factorías propias o proveedores en Marruecos. El grupo Inditex, El Corte Inglés e Induyco, Cortefiel, Mango y muchas otras firmas europeas operan en el mercado marroquí aprovechando unos costes de producción claramente inferiores a los de la Unión Europea y la cercanía geográfica.
En 2007, el 10% de la ropa de Inditex (Zara, Bershka, Stradivarius, Oysho, Uterqüe, Pull & Bear, Zara Home y Massimo Dutti) se confeccionaba en Marruecos y, dada la gran envergadura de la empresa gallega, el propio gobierno marroquí considera el grupo español una locomotora de la industria del país.
Según las averiguaciones de la ONG Setem, Inditex niega haber tenido constancia de las irregularidades en el proceso productivo. Mango, por su parte, sí reconoce estar al tanto de la situación y afirman haberle dado, a los dueños de los talleres en Tánger, un plazo de 6 meses para revertir la situación.