Las mujeres en Marruecos han sufrido 17.000 incidentes anuales de violencia de género lo que contribuye a los problemas así como la legislación existente aunque ahora el actual Gobierno anunció reformas para legislar el acoso sexual.
Los países árabes con mayores libertades para la mujer por encima de Marruecos son Islas Comoras, donde existe la mayor libertad y las mujeres ocupan el 20% de los cargos ministeriales, seguido de Omán, Kuwait, Jordania, Catar, Argelia y Túnez.
El país que aparece a la cola de la lista es Egipto seguido de Iraq, Arabia Saudí y Siria. La columnista egipcia, Mona Eltahawy, apunta que las mujeres "tienen una doble revolución, una contra los dictadores y otra contra la mezcla tóxica de la cultura y religión que arruina nuestras vidas".
“La situación para las mujeres en los países en los que hubo un estallido popular a favor de la libertad es peor que hace tres años. Las normas patriarcales se han reforzado”, explica la directora de Thomson Reuters, Monique Villa, y atribuye el deterioro de los derechos a varios factores. “Se ha producido una radicalización, pero sobre todo, el clima de inestabilidad combinado con la impunidad de los perpetradores da como resultado la situación actual”.
Se da la paradoja de que en Egipto, Iraq, Túnez y Siria, las mujeres gozaban de más derechos en tiempo de las dictaduras que ahora, durante las maltrechas democracias en el caso de los tres primeros países y de la guerra abierta en el caso sirio.
Las dictaduras no ofrecían derechos políticos ni libertades individuales, pero sí seguridad. Las turbulencias no son buenas compañeras de las mujeres que acostumbran a sufrir de manera desproporcionada las situaciones de caos. La violencia que ha seguido a las revoluciones populares y la utilización de las agresiones sexuales como arma política han resultado en un deterioro de las mujeres en esta región del mundo.
En el caso de Siria, la guerra y el éxodo de dos millones que viven hacinados en campos de refugiados en los países vecinos, ha dado pie a una dramática escalada de matrimonios forzados, ataques sexuales y tráfico de mujeres.
“Evidentemente el problema no son las revoluciones en sí mismas. Fue muy importante que las mujeres salieran a la calle y pudieran hacer oír su voz. Ahora asistimos a tiempos de tensiones y radicalización, pero hay que tener en cuenta que las revoluciones tardan tiempo en asentarse, que la revolución francesa tampoco se hizo en dos días”, termina Villa.