El mes sagrado de Ramadán, es un periodo en el que millones de musulmanes han ayunado, absteniéndose de comer y beber desde el amanecer hasta la puesta del sol. 

 

Este mes especial trae muchas preguntas sobre diversos temas y un cambio en nuestros hábitos alimenticios. Sin embargo, una vez que el mes del Ramadán termina, se debe sacar conclusiones correctas en plan de comida. 

 

La manera de alimentarse se cambia regularmente. Ramadán es un periodo durante el cual el ritmo y los hábitos se modifican. Pero también es un momento en que nos tomamos más tiempo para cocinar (platos, pasteles, panes, rosquillas...).

 

Para muchos romper el ayuno significa comer con avidez lo que lleva a un aumento de peso incluso problemas digestivos y de sueño.

 

La nutricionista Zineb Benkaddour advierte que estos hábitos son incorrectos ya que el verdadero sentido de dicho mes es purificar el organismo y no coger peso.

 

“La comida es mucho más rica de lo habitual en azúcar, grasa y baja en fibra (pocas frutas y verduras), que con frecuencia superior a la glucosa” agrega la doctora.

 

La ingesta de alimentos se incrementa dramáticamente en un corto período de tiempo (promedio 3.000 kilocalorías para una mujer y 5000 kilocalorías un hombre). 

 

Así, la doctora aconseja que “la alimentación después del Ramadán debe ser variada y equilibrada, basada en comidas ligeras ricas en frutas y verduras llenas de vitaminas, fibras y minerales, y se debe incluir pescado para el Omega 3 y Calcio, sin olvidar el aceite de oliva, almendras y las nueces... con el fin de recuperar el ritmo sano”.

 

Asimismo, Benkaddour aconseja favorecer la alimentación mediterránea porque es la más sana y está llena de Omega 3 y proteínas, para luchar contra los problemas de digestión y estreñimiento sufridos a causa la mala alimentación durante el Ramadán.