Texto: Abdelkhalak Najmi. Foto: rtve
El humanista, escritor y economista, José Luis Sampedro falleció la madrugada del lunes 8 de abril del año pasado a los 96 años de edad. La infancia de José Luis transcurrió en Tánger, la ciudad internacional y multicultural, donde su padre estaba destinado como médico militar.
Para el economista José Luis Sampedro fue una gran suerte que sus primeros ocho años transcurrieran en el Tánger de los años veinte, que recuerda como un mundo múltiple de razas, de pensamiento, de religiones, de lenguajes, de monedas, de culturas...; un mundo permisivo y libre. Tánger, una ciudad internacional en la que convivían árabes, judíos, católicos, ortodoxos y gentes que no eran ni de un bando ni de otro.
El escritor dice sobre Tánger en uno de sus libros: “En Tánger viví inconscientemente, pero de forma receptiva, esa multiplicidad de influencias a las que aludí antes. En el colegio tenía compañeros de distintas nacionalidades y costumbres, aún predominando los españoles. En la calle convivían tres religiones; la cristiana, la musulmana y la judía, varios idiomas, hábitos diferentes. Mis hermanos y yo pedíamos juguetes a los Reyes Magos, pero los elegíamos en los catálogos del Printemps facilitados por los Magasins Modernes, que eran el mayor establecimiento local. Unas tiendas cerraban los viernes, otras los sábados, las demás los domingos... y así en muchos aspectos, fui recibiendo una visión del mundo múltiple y respetuosa con las costumbres ajenas, hasta el segundo salto importante. Un golpe de timón en mi vida”.
Tánger, una ciudad que en aquellos momentos era un centro internacional que albergaba diferentes culturales y religiones. De aquella ciudad, el escritor y economista había afirmado que era un mundo que “debería ser la tierra entera”.
En esta ciudad de los poetas, artistas, escritores, espías de diversas nacionalidades tuvo una infancia muy grata, en una familia sin dificultades económicas pero sin riquezas (su padre era médico). Por eso para él fue un cataclismo que, a los 8 años, sus padres, que deseaban que estudiara en un buen colegio en la Península, le enviasen a un pueblecito de Soria, a casa de unos tíos. El traslado a esa pequeña localidad, en el año 1925, fue para él “como regresar a la Edad Media” o sea Tánger para él era el centro de cultura y civilización.
José Luis Sampedro subraya: “Cuando yo tenía año y medio nos trasladamos a Tánger, ciudad que, aunque bajo la soberanía del sultán, estaba administrada por varios países y tenía un estatuto internacional, con una población de origen muy variado, sobrepuesta a los marroquíes nativos. Allí nacieron mis dos hermanos -varón y mujer, sucesivamente- y de allí son mis primeros recuerdos; el más antiguo de todos situado en el patio de recreo del colegio del Sagrado Corazón, regido por padres franciscanos, al que empecé a acudir con poco más de tres años.”
También la variada procedencia geográfica y cultural de su familia supuso una influencia fundamental e importante en su vida y su obra, ya que su padre había nacido en La Habana, su abuelo en Manila, su madre en Argelia y su abuela en Lugano, (Suiza italiana). La familia se trasladó a Tánger cuando el escritor contaba con tan solo cinco años y medio, y permaneció en tierras africanas hasta los trece.
José Luis Sampedro siempre recuerda sus primeros años en Tánger con cariño y nostalgia. Su primer recuerdo de Tánger se remonta al colegio: “El más antiguo de mis recuerdos data del patio de recreo del colegio del Sagrado Corazón, regido por padres franciscanos”.
Siempre Tánger está presente en sus momentos gloriosos e inolvidables tanto en sus libros de memoria como en su discurso de ingreso a la Real Academia Española: "Curiosamente, la primera frontera que recuerdo surgió allí donde no parecía tener razón de ser. Aquel Tánger de los años veinte, donde transcurrió mi infancia, era ciudad internacional, en la que convivían en igualdad todos los países”
En una entrevista concedida a El País, el 12 de junio de 2011, Sampedro afirmó: "Nuestro tiempo es para mí, esencialmente, un tiempo de barbarie. Y no me refiero solo a violencia, sino a una civilización que ha degradado los valores que integraban su naturaleza”.