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Entrevistas

José Ramón da Cruz

"'Mapa emocional de Tánger' es parte de mi imaginario infantil"

 |  02/03/2014

Ferdaous Emorotene- Tánger.

 

 El próximo 28 de marzo se proyectará en la Cinemateca de Tánger (cine Rif), la película ‘Mapa emocional de Tánger’ del cineasta español nacido en Tánger, José Ramón Da Cruz, en el marco del Festival de Cine ‘14,4 km diálogo entre dos orillas’.

En esta entrevista Ramón Da cruz, adelanta las circunstancias del rodaje de la película que recorre la historia de una importante fase del Tánger Internacional.
 

- ¿Nos podría acercar un poco más a su película?


'Mapa Emocional de Tánger' es la parte documental de un proyecto mayor junto a 'Tangernación' que es la parte de ficción. Es el retrato de la peculiar memoria de los europeos (principalmente españoles) y marroquíes de la época internacional y posterior. Trata de exponer un escenario muy particular en el que convivían culturas, razas, ideologías y nacionalidades distintas. Fue un experimento producido por la política internacional, por el belicismo y el colonialismo, que dio lugar a un episodio inaudito. Tan inaudito que la política sola no lo puede explicar, hay que entrar en el magnetismo, el geomagnetismo de una ciudad entre dos mares, dos continentes, dos mundos… Y los elementos: la tierra, el agua, el viento…

- ¿Cómo surgió la idea de rodar una película sobre el Tánger internacional?

La idea estuvo siempre. Es parte de mi imaginario infantil, por esos recuerdos daguerrotípicos que yo tenía y que son como bucear en un océano extraño y fascinante, y por las historias que me contaba mi madre después. Eran historias negras y alegres a la vez y de una “tangerdependencia” que se me hacía muy rara. Con las cosas que mi madre me contó, que eran como microrrelatos, escribí 'Tánger33Delirium' a principio de los ochenta, y ese fue el origen. Luego los escritores que más admiraba habían estado o estaban allí. Todo coincidía en que algo “mágico” o sencillamente único había pasado allí, y las huellas podían estar.

-¿Dónde se llevó a cabo el rodaje de la película y cuáles son los personajes que ha entrevistado?


Las grabaciones fueron en Tánger, Madrid, Toledo, Málaga y Cádiz. Hace diez años entrevistamos a gente que ya era muy mayor y que ya han fallecido como Emilio Sanz de Soto que es la figura central del documental y que es la representación sublime del tangerino de aquella época, Pepe Cárleton, su compañero de correrías y otra figura irrepetible, Pepe Hernández, el gran pintor muerto recientemente… Luego ya en 2011 pudimos entrevistar a Rachid Taferssiti, Diego Galán, Farida Benliazyd, Alfonso Fuentes, Carlos Saura… Así hasta unos cuarenta… Casi todos con grandes historias.

-¿Qué representa para usted este trabajo? ¿Está contento con el resultado final?

Es la representación de una forma de obsesión creativa y realmente me emociona que emocione a la gente que lo vivió, porque yo no lo viví. Hice un documental que sólo tiene sentido si conecta con la emoción, porque no es estrictamente informativo.

Cuéntenos una anécdota graciosa del rodaje de la película.

No sé si es muy gracioso, pero recuerdo el “dineral” que nos dejamos en fotocopias del permiso de grabación que nos pedían cada diez metros. Era la época de la primavera árabe y las cosas no estaban para muchas bromas. Recuerdo también que fuimos a recrear una fiesta beat en el bosque diplomático, en el bar de Abdú y que Abdú al enterarse de qué iba nos echó.

- ‘Mapa emocional de Tánger’ es un documental subjetivo ¿cree usted que esta etiqueta plantea la realidad de esa época?

Es una forma de realidad, como todo lo subjetivo. Creo que la manera de retratarlo no podía ser de otra forma. No era honrado plantear algo objetivo, si es que eso existe, con una historia tan emocional. Cuando planteé el proyecto me salía un documental-río, no había forma de encajar todo lo que aquello daba. En un principio la idea era hacer un producto híbrido: ficción y documental. Al final decidimos hacer las 2 cosas por separado. Pero de alguna manera el documental debía plantearse de una forma “vaporosa”, con esa neblina de lo que se ha mitificado por el paso del tiempo, de lo que a lo mejor no era “tan verdad”. Ahí apliqué muy contenidamente mis ideas videoartísticas o experimentales por llamarlo de alguna forma (que sí expandí en el largometraje de ficción: Tangernación). En cualquier caso el envoltorio de lo que allí se contaba debía ser tratado de una forma poética para poder ser transmitido.

- Con 8 años de edad usted, junto a su familia, se traslada de Tánger a Madrid ¿cuáles son sus propios recuerdos de la infancia?


Recuerdo el contraste. Venía de la luz, la playa, el color… Llegué a un Madrid tremendo, gris, en un barrio muy gris como es el de Pacífico y en invierno. Luego me aclimaté y me hice muy madrileño. Supongo que porque en el fondo Madrid es una ciudad muy abierta, muy dada a lo apátrida, donde las banderas y los colores no lo inundan todo. Madrid es la ciudad en la que vivo y en la que estaré, pero hay un alma Tánger, una rara conexión Tánger-Madrid. De aquel Tánger recuerdo imágenes muy extrañas, porque me recuerdo desde fuera de mí, es decir viéndome en una gasolinera de la calle Méjico, tendría cuatro años y nos acabábamos de mudar. Recuerdo que era una vida muy de 'Las vacaciones del señor Hulot'.

-En el cartel de la película ha puesto usted las palabras que aparecen en el libro de Emilio Sanz de Soto, ‘Antonio Fuentes: Un recuerdo de Tánger y un olvido a España’: Ante la Acrópolis de Atenas, algunos se sienten "en estado de sabiduría"; ante San Pedro de Roma, algunos deberían sentirse en "estado de gracia", pero ante el Zoco Chico de Tánger, todos se sentían "en estado de libertad". ¿Cree usted que Tánger ha perdido este esplendor?


Me da la sensación que no. Pero habría que puntualizar. Ese Zoco Chico era una referencia de libertad para una clase de gente en un momento determinado. El Zoco Chico tiene ese punto de sumidero, algo hay: está el Central, está el espectro de lo fue el mítico Fuentes... Pero si un turista aparece por ahí lo único que ve es que le quieran vender treinta cinturones, eso pasa mucho con Tánger y con otros lugares emblemáticos. Como turista no es gran cosa, pero como historia piedra a piedra y casi aire es mucho, pero hay que buscarlo. El esplendor del Tánger actual yo no lo conozco, pero me da la sensación que entre los tangerinos actuales, los marroquíes, ese esplendor cultural está y funciona. Es otro tipo de esplendor. Lo cuenta extraordinariamente Zoubier ben Bouchta en el documental, es un hombre joven, alejado del 'gotha' internacional de aquellos años y sin embargo creo que es el que mejor define el espíritu de Tánger.

- En una entrevista publicada en este diario digital, el escritor y poeta Ramón Buenaventura Sánchez declaró que “los europeos del Tánger Internacional vivimos en un paraíso artificial” ¿Comparte usted su opinión?


Es así. O por lo menos así lo creo. Tánger fue algo así como un “estado emocional”, lo cuentan los protagonistas del documental, había tantos gobiernos, razas, religiones y culturas que no había gobierno, pero se convivía… Luego era una “zona temporal” que se sabía que acabaría tarde o temprano, pero la sensación era que nadie era de ningún sitio más, sino de un lugar que se evaporaba. Algunos se quedaron en la nostalgia y otros asumieron esa experiencia como una forma de ser, ser de un “país portátil”. Me sorprendió, haciendo el documental, lo tolerantes que son esta gente, sea de la nacionalidad, ideología, religión o cultura que sea. Y son conscientes de que el mito no debe ocultar la realidad de la historia, del colonialismo y de una convivencia en la que el marroquí estaba ocupado.

- ¿Qué nuevo proyecto tiene entre manos?


Entre abril y mayo presentaré mi último videoarte Madre Quentina y luego nos volcaremos en intentar terminar una película empezada hace cuatro años (Xtrámboli) y otros proyectos, uno de los cuales nos debería volver a llevar a Tánger.

 

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